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SLOW TRAVEL, O CÓMO MIMETIZARSE CON EL VIAJE

El 'slow' ha llegado para imponerse a nuestras prisas, a esas ganas locas de arrojar a todos a las vías del tren cuando no te dejan avanzar por el andén, o aquellos que frenan en seco en la acera cortando de golpe nuestros 100 metros lisos hacia ninguna parte. La pasimonia es algo que a nuestra rutina no le gusta demasiado pero, lo bonito que sería movernos sin dolor de flato por la vida.

Decía Mafalda que “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”. Aplicándolo a los viajes, esto sería un: las carreras por los monumentos que ni nos interesan, no dejan tiempo a saber por qué están ahí, ni quién hay detrás. El movimiento slow travel llega para romper con todo ello y nos propone una nueva forma de viajar que nos gusta: la de mimetizarse con el destino.

El movimiento slow no es nuevo, aunque en los últimos cinco años se haya convertido en tendencia: slow food, slow cook, slow life, slow travel, slow hotels... Las prisas han fomentado una nueva forma de disfrutar de los placeres de la vida muy alejados del estilo americano que nos han tratado de imponer en las últimas décadas. Esto ya lo vió venir Carlo Petrini a finales de los 80, cuando en la plaza de España de Roma abrieron un nuevo McDonalds. Su indiganción fue tal que propulsó un movimiento en contra de la comida estandarizada, de rápido consumo y que iba en contra de los valores de la gastronomía mediterránea. Con él nació el slow food, una asociación que actualmente está presente en más de 150 países y que aboga por la tradición local, los buenos alimentos y el conocer un lugar a través del paladar.

En este ideal toma también su base el slow travel, que decide levantar el movimiento de la mesa y llevarlo al resto de los componentes de un viaje en contraposición del turismo de masas, los paquetes vacacionales o las escapadas exprés. Porque si las low cost nos han permitido llegar a todos los rincones del mundo, éstas también nos ha hecho mucho daño: querer abarcar todo en dos días. Este estrés vacacional ha hecho que en los últimos años lo slow haya tenido una gran acogida. Según un estudio de Observatorio del Turismo Rural, iniciativa impulsada por Escapada Rural, el 45,3% de los viajeros realizan 2-3 viajes al año, el 74,6% en búsqueda de relax y desconexión, lo que ha hecho que se haya aumentado el turismo rural y hayan proliferado nuevos negocios turísticos enfocados a recuperar la tradición y cultura del lugar, incluso en las grandes ciudades.

SLOW HOTELS: EXPERIENCIAS CON HISTORIA

No existen unos parámetros específicos que aclaren qué es un slow hotel, aunque el joven emprendedor asturiano David Carrizo lo tiene claro: “Han de ser alojamientos gestinados por sus propietarios, relacionados con la comunidad local y que propongan experiencias de bajo impacto para el medio ambiente y alto valor para los viajeros. El contacto es fundamental, bien a través de eventos, la gastronomía, o talleres en el hotel para que los huéspedes puedan interactuar con la cultura del lugar”. Unas características que a él le costó encontrar en los hoteles de lujo para los que trabajó durante seis años y en los que dejó de creer porque “no encontraba en ellos una relación honesta entre el alojamiento, los viajeros y el entorno”. Esto es lo que le llevó a crear Mi Paisano Slow Hotels, una empresa que pretende aunar aquellos hoteles de España que les permita conocer la cultura del lugar y les aporten una experiencia enriquecedora para su día a día.

Según Carrizo, para ofrecer un servicio de calidad y que el trato sea como en casa es imprescindible que los propietarios del hotel trabajen en él: “De esta forma, el establecimiento mantiene una línea constante. También el hecho de que sea un edificio restaurado es importante, primero porque se recupera el patrimonio histórico del lugar, segundo porque éste tiene una historia que ahora continua con sus nuevos inquilinos y se genera una energía especial entre la casa, el dueño y los viajeros”. Los slow hotels son hoteles que no están dentro del sector lujo pero que, a su vez, cuentan con una decoración muy cuidada acorde con el entorno. Se trabaja con productos locales, frescos y de temporada cocinados a fuego lento y servido con calma.

En su corto periodo de vida, Mi Paisano Slow Hotels ya cuenta con 13 alojamientos que reúnen estas características, la mayoría de ellos situados en el norte (Galicia, Asturias, Ávila, La Rioja, Huesca y Cataluña) y Menorca. “Mi siguiente búsqueda se concentra en Extremadura y en Andalucía”.

LA ESPECIALIZACIÓN DEL TURISMO RURAL

Aunque la experiencia slow también se puede vivir en la ciudad, lo cierto es que las vacaciones pausadas donde el entorno cobra un gran protagonismo siempre ha estado muy ligado al turismo rural. Con el movimiento slow travel, éste se ha visto influenciado y ha hecho que muchos pequeños arrendatarios se hayan especializado. Tal y como nos comenta Miryam Tejada, del departamento de comunicación de Escapada Rural, “Algunos de los propietarios de las casas rurales que nuestra web alberga han optado por nichos de mercado concretos y ofrecer experiencias como el yoga, la meditación o gastronomía ecológica”. Una especialización que, según Tejada, aún “tiene un largo camino por recorrer, por ello se está trabajando para que los propietarios tomen conciencia y se adapten a las nuevas demandas que el turismo rural requiere”.

Según el estudio facilitado por Escapada Rural, en nuestro país, las Comunidades Autónomas que más turismo reciben son Castilla y León (20,5%), Asturias (16,2%) y Castilla La Mancha (10,4%). En cuanto al tipo de viajeros, tal y como David Carrizo y Miryam Tejada nos han comentado, hay un poco de todo: parejas que buscan una escapada especial, grupos de amigos que quieren unas vacaciones diferentes o gente de mediana y mayor edad que viaja para disfrutar del entorno y relajarse.

LAS SLOW CITIES

Aunque sólo se reconocen aquellas de unos 50.000 habitantes, el movimiento de las slow cities, nacido también en Italia en el 1999, pretende distinguir a aquellas ciudades que se resisten a la homogeneización y americanización. La idea, asimismo, es sacar al turista de la masa y de la absurda yincana de monumentos. Algunos de los requisitos para formar parte de la red de slow cities son: promover el producto propio y artesanal, poseer una arquitectura medioambiental, zonas verdes y peatonales, no ser contaminantes y usar energias renovables, entre otros más de 50 puntos. En España este movimiento ha dado lugar a la creación de La Red de Municipios por la Calidad de Vida, fundada en 2008 por cinco municipios: Pals, Begur, Rubielos de Mora, Lekeitio y Mungia.

Con estos criterios, las grandes ciudades se quedarían fuera de este concepto, aunque algunas de ellas como Barcelona disponen de empresas y servicios que fomentan esta forma de viajar. Y es que, se tenga o no el distintivo, el slow travel es más una actitud que todos los viajeros deberíamos de tomar ante los destinos, haciendo hincapié en conocer el lugar, a su gente y su cultura; tal y como lo han hecho anteriormente los grandes viajeros de la historia. Dejémonos de coleccionar sellos y recopilemos momentos.

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